La Onésimo se está Muriendo!
Por Lynn Vargas de Candelario
La Onésimo, es la calle donde nací,
con aromas para reyes percibí,
un túnel de flores, formar yo ví,
cobijaba a todos, al pasar por ahí.
Desde pequeña, anduve ahí,
conocía a todos y ellos a mí,
el colegio, a un paso de mí,
y así, día a día, yo crecí.
Una calle perfecta para vivir,
esa fue la Onésimo que conocí,
vecinos queridos al subir,
y al bajar... Cuánto cariño recibí!
La Onésimo era preciosa, alegre y segura,
frondosos árboles, decoraban allí,
llenos de flores unidas entre sí,
formando un arco natural, para tí.
Era un paseo hermoso,
para el que no vivía por ahí,
La Onésimo Jiménez de aquel tiempo,
la que recuerdo, dentro de mí.
Pero, una mañana te ví triste!!
con voz quebradiza y ojos aguados,
Pregunté, Qué te pasa?
y sólo con un suspiro me respondiste.
Era la Onésimo!
La calle llena de flores, vecinos y calor,
de sombras y hogares llenos de amor,
ha desaparecido, sin dar explicación!
Los vecinos han dejado de existir,
con sus últimos suspiros, se han llevado algo de ahí,
una flor, una casa, alguna sombra,
y han transformado todo ahí.
El arco de flores que nos cobijaba
se ha convertido en implacable sol,
las casas, ahora son negocios,
y los vigilantes, los vecinos de hoy.
Ya nada queda,
todo se ha ido,
hoy la Onésimo es un trillo,
para acortar caminos.
Aunque la Onésimo esté muriendo,
me queda el dulce recuerdo,
de crecer en una calle hermosa
y entre sus árboles, sembré mis recuerdos.
(Dedicada a la calle Onésimo Jiménez de Santiago, donde crecí)